Comer en el trabajo no significa comer rápido y mal, siempre que no caigamos en la trampa de los productos ya elaborados o de rápida preparación. Ojo, no decimos que comer fuera de casa bien implique comer de dieta, sino que se trata de llevar una alimentación que no dañe a nuestro organismo.
¿Quién no se ha comido un sándwich – o dos- de la máquina por no esperar la cola de la cafetería para coger el menú o un bocadillo? Además, no es solo eso, sino que generalmente se compra el sándwich con el convencimiento de que es sano, porque, según el envoltorio, solo tiene 300 calorías.
Sin embargo, no se trata de un producto tan saludable como pensamos. Los productos de las máquinas tienden a tener azúcares y conservantes que, a pesar de no superar las 300 calorías, hacen que podamos catalogar al sándwich en cuestión dentro de los alimentos basura.
Es mejor llevar preparado de casa alguna comida casera que no lleve demasiado tiempo. Es tan sencillo como sustituir el sándwich de 300 calorías, por un bocadillo de jamón serrano con tomate hecho en casa. Tendrá más calorías, sí, pero nos aportará energía y grasas buenas.
En la mayoría de las ocasiones, comer bien en el trabajo y el tiempo de elaboración de platos caseros entran en conflicto y se termina por sacrificar la alimentación saludable en favor del tiempo de ocio o descanso.
Al final, el carro de la compra se llena de alimentos preparados, que, aunque sean ensaladas, no son tan saludables. Estas son algunas de las claves que te ayudarán a mejorar la alimentación en el trabajo si no tienes tiempo para preparar la comida de cada día:
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