Nos encanta comer croquetas, pero a veces no tenemos el tiempo suficiente para prepararlas y aunque pedirlas a Croquetas Ricas es la opción más rápida y sencilla, algunos optan por preparar sus croquetas caseras y conservarlas.
La mejor opción en este caso es congelar las croquetas gourmet ya con forma, relleno y rebozado realizado, dejándolas listas para freír cuando queramos, como si fueran precocinadas.
Por otra parte, si tenemos preparado el relleno con la bechamel y no podemos terminar de prepararla, lo más conveniente es guardarla en un recipiente de cristal y recubierta con envoltorio de plástico en la nevera, donde puede aguantar entre uno y dos días como máximo.
Sin embargo, muchas veces tener que trabajar, hacer la comida, cuidar la casa, etc. nos impide poder ir al supermercado y comprar cada día ingredientes para la comida.
Lo normal es hacer compras grandes para los ingredientes nos duren para el resto de la semana o para congelar y tener en otras ocasiones.
Por ello, si quieres preparar croquetas y evitar que tus alimentos se deterioren antes de hacerlas, tienes que conocer estos trucos esenciales para conservar la comida en la nevera.
La carne, esencial si queremos hacer croquetas de pollo, por ejemplo. En la nevera siempre debe guardarse en papel de carnicería, este impide que se pegue. El papel de aluminio o de plástico contribuye a que la carne se quede más seca. Por otro lado, si viene en bandejas lo mejor es mantenerla dentro de estas.
Aguantará mucho más si se guarda en trozos grandes. Y, si lo que queremos es congelarla, conviene hacerlo lo más rápido posible. La carne pierde su sabor tras dos o tres días en la nevera así que procura gastarla pronto.
Si quieres ahorrar tiempo en tu cocina, nosotros somos especialistas en croquetas y nos las puedes pedir por aquí.
Ah y si te gustan las croquetas plant-based (100% vegetales), también estás de suerte.
El pescado se conserva mucho mejor si lo limpiamos con agua fría y sal y lo secamos después con papel de cocina.
Si quieres que tus croquetas de bacalao mantengan un sabor y textura tierna, basta con meterlo después en un envoltorio de plástico y colocarlo en la parte más fría de la nevera.
Como la carne, es preferible consumirlo entre uno y tres días después como máximo. Lograremos alargar su tiempo de conservación si lo cubrimos con un paño empapado en agua que permitirá que se mantenga húmedo.
La cebolla es un alimento muy recurrente en las croquetas, pero puedne contar con cualquier verdura y tendrán un sabor exquisito.
Un truco para conservar los tomates o pimientos es embotarlos, siempre eligiendo las piezas más maduras y dejando un espacio entre el borde superior y el alimento.
Para eliminar las burbujas lo mejor es dar golpes suaves al bote. Después ciérralo al vacío. Algunas hortalizas y verduras como las patatas, las cebollas o las zanahorias pueden mantenerse a temperatura exterior pero en lugares frescos.
Y recuerda: no se deben congelar las hortalizas y verduras que se usan para las ensaladas ni los champiñones.
Los lácteos deben mantenerse por debajo de los 5 grados y preferiblemente en el fondo de la nevera, que es la parte más fría. No se deben congelar los quesos ni las natas y leche fresca, ya que pueden cortarse.
Para conservar la bechamel de las croquetas, es importante seguir algunos consejos para garantizar su frescura y calidad.
Aquí tienes algunas recomendaciones:
Después de preparar la bechamel, es importante dejarla enfriar por completo antes de utilizarla para hacer las croquetas. Esto permite que la salsa se espese y adquiera una consistencia más manejable.
Una vez que la bechamel se haya enfriado por completo, puedes almacenarla en un recipiente hermético en el refrigerador. Asegúrate de cubrirla bien para evitar que se forme una costra en la superficie. La bechamel se puede refrigerar durante 2-3 días.
Si deseas conservar la bechamel por un período más largo, puedes optar por congelarla. Vierte la bechamel en recipientes aptos para congelador o en bolsas de plástico para congelador. Asegúrate de dejar algo de espacio libre en los recipientes o bolsas, ya que la salsa se expandirá al congelarse. Etiqueta los recipientes o bolsas con la fecha para llevar un seguimiento del tiempo de almacenamiento.
Cuando desees utilizar la bechamel congelada, retírala del congelador y colócala en el refrigerador para descongelar lentamente durante varias horas o durante la noche. Evita descongelarla a temperatura ambiente, ya que esto puede propiciar el crecimiento de bacterias.
Una vez que la bechamel esté descongelada o sacada del refrigerador, puedes calentarla suavemente en una cacerola a fuego bajo. Revuelve constantemente para evitar que se pegue al fondo de la olla y se forme una capa quemada. La bechamel recalentada puede perder algo de espesor, por lo que es posible que necesites ajustar la consistencia agregando un poco más de harina o leche si es necesario.
Recuerda que la calidad y la frescura de la bechamel pueden disminuir con el tiempo, por lo que siempre es mejor consumirla lo antes posible. Siempre verifica el aspecto y el olor antes de utilizarla, y si notas algún signo de deterioro o mal olor, es mejor desecharla y preparar una nueva.